Adrián De la Garza, la promesa de orden y estabilidad

Ex alcalde de Monterrey, ex procurador de Justicia del ex gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina. En redes sociales, tiene el segundo lugar por el cruce de las variables tamaño de comunidad, calidad de ésta y nivel de alcance e interacciones. Aún así, aún está lejos del primer lugar en dos tantos. La gran oportunidad de la marca digital de De la Garza es volverse entrañable, máxime en un momento en que la gente está buscando confortabilidad emocional.

Contenido: Su contenido es fundamentalmente utilitario y con alto sentido de estética y pertenencia. Podría agradecerle al fotógrafo Carlos Bravo porque son las imágenes de éste las que tiene mejor desempeño. Sus demás publicaciones lo mismo dan consejos de cómo utilizar gel antibacterial que de meditar. Sus seguidores han recibido con entusiasmo su paso a paso a la contienda. 

Tono: Apenas logra una cuarta parte de las interacciones que tiene el lider digital Samuel García. La comunicación del priísta es lógico racional en su diseño gráfico y emocional en su fotografía. Alejado de la polémica, la conversación que genera es eminentemente positiva. Asume un perfil ganador. 

Transparencia: Públicamente ha gastado menos de 50 mil pesos en publicidad en Facebook en donde tiene presencia desde 2014. Como presidente municipal de Monterrey su apuesta de inversión publicitaria fue en medios tradicionales, con un despliegue desproporcionado según la relevancia de la demarcación. Tiene un equipo de al menos 6 personas para la administración, edición y moderación de su fan page.

Prestigio digital: Cuenta con la hoja de wikipedia mejor posicionada y la más elaborada. En general destaca los aspectos positivos de su trayectoria con las suficientes referencias para que así permanezca. Tiene el tercer lugar de cobertura mediática pero toda es inercial, le hace falta un buen publirrelacionista que lo coloque en medios más allá de la coyuntura. Sitio de internet, ilocalizable. Como tendencia, ha logrado sostenerse como una figura política.