Los candidatos y candidatas han utilizado las encuestas para afirmar que ganarán la elección… aunque estos datos varían entre encuestadoras, según la metodología que utilicen.
A cuatro días de las elecciones, los resultados de algunas encuestas se muestran contradictorios y crean confusión. En un mismo estado o municipio, empresas encuestadoras presentan resultados con diferentes ganadores y resultados contradictorios.
En Nuevo León, por ejemplo, se han publicado encuestas que dan como ganador a tres candidatos distintos.
La encuesta más reciente de El Financiero muestra una diferencia de apenas 2% entre los candidatos al gobierno de Nuevo León Samuel García (MC) y Adrián de la Garza (PRI-PRD).
Pero de acuerdo con la encuesta del 1 de junio publicada por Grupo Reforma, García supera a De la Garza con 8% (el candidato naranja presumió estos números en sus redes sociales).
Massive Caller -que en su página detalla que usa un sistema robótico que “lanza miles de llamadas”- indica que esta diferencia entre García y De la Garza es aún mayor, llegando al 11.3% al 1 de junio.
Pero por otro lado, la encuesta de FactoMétrica publicada también el 1 de junio contrasta con ambas, y ubica como puntero… a Fernando Larrazábal del PAN, quien presumió estos resultados, asegurando que él iba a ser el ganador.
En el caso de Campeche, un ejemplo es el de Layda Sansores. En su cuenta de Twitter presumió el 1 de junio una encuesta de la empresa Grupo Impacto Gii360, en la que aparece hasta el 31 de mayo con 36% de intención de voto, seguida del candidato de Movimiento Ciudadano Eliseo Fernández, con 23%. Una diferencia de 13 puntos.
Sin embargo, una encuesta telefónica del diario El Financiero publicada el 24 de mayo, mostraba un empate técnico entre Sansores y Fernández, con 34% de intención de voto, aunque un promedio de encuestas publicado por el sitio Político MX, Polls.mx, coincidía en señalar una competencia cerrada, ubicando a Christian Castro, de PRI-PAN-PRD, con 31.2% de intención de voto, a Layda Sansores con 30% y a Eliseo Fernández con 29.6%.
Y por último, una encuesta vía telefónica de Opinión Pública, Marketing e Imagen/Heraldo Media Group, publicada el 28 de mayo pasado, colocaba a Sansores en primer lugar, con 33.6%, en segundo a Christian Castro, con 32%, y en tercero a Fernández, con 30%.
A nivel local, en Benito Juárez de la Ciudad de México, la encuesta de Reforma del 31 de mayo indica que el candidato del PAN, Santiago Taboada, tiene una ventaja de 40 puntos frente a la morenista Paula Soto.
Enkoll, en su reporte de la misma fecha, calcula que la diferencia entre ambos candidatos es de 33%, a favor del panista.
Sin embargo, según la encuesta de Votia, que Morena CDMX compartió en sus redes sociales el 22 de mayo, la preferencia hacia Taboada era de 41.3% mientras que para Soto era de 37.4%.
En el caso de la Cámara de Diputados, la encuesta Reforma-LatinUS publicada el 2 de junio señala que Morena podría conseguir el 43% de la preferencia, seguido del PRI, con el 20%, del PAN, con 18% y MC, con 7%.
Por su parte, la encuesta de El Universal del 27 de mayo apunta que Morena tendría un 41% de apoyo, mientras que el PAN estaría en segundo lugar con el 16% y el PRI en tercero, con 15%.
Oraculus, un agregador de datos de las principales encuestas, coincide en que Morena tendrá ventaja en la elección, suficiente para obtener mayoría absoluta en la cámara baja.
¿Por qué hay disparidad en los números?
Lo primero en lo que insisten especialistas y encuestadores consultados, antes de pasar a cualquier otro detalle, es en que las encuestas no son predicciones, y no necesariamente van a coincidir con los resultados oficiales que se tengan el 6 o 7 de junio.
No miden lo que va a ocurrir en el futuro, señalan, sino la intención de voto en el momento específico en que las personas fueron consultadas.
“La población de votantes todavía no existe el día de hoy, se va a tener el día de la elección”, señala Javier Márquez, quien forma parte de la consultora Buendia & Márquez y del agregador de encuestas Oraculus.
Y luego, está el hecho de que no todas las encuestas tienen el mismo nivel de calidad, ni usan la misma metodología.
En qué también puedan ‘leer’ la intención de voto influye cómo se realizó la encuesta, si fue por llamada personal, por medio de un robot, o de forma presencial, en la casa de los futuros votantes.
También repercute qué tan capacitados están sus encuestadores, y qué tan bien diseñados están sus estudios, en qué zonas se realizan, con qué grupos de edad y sexo, para que en verdad sean representativos.
En este artículo para la revista Nexos, el doctor en Ciencia Política Rodrigo Castro Cornejo aconsejó a los ciudadanos ser precavidos ante encuestas que pueden ser difundidas y pagadas por los propios partidos a los candidatos, sin transparencia en su método y con cuestionarios que pueden tener un sesgo. Esto para propiciar cierto tipo de respuestas y convertirse, a fin de cuentas, en mera propaganda.
La clave está en la metodología, coinciden los especialistas. Es decir, en cómo se hacen las encuestas para en verdad ser válidas como ejercicios de investigación, y que sean un buen indicador de las preferencias.
“La certidumbre que pueda tener una encuesta depende de cómo se tomó la muestra”, menciona Gibrán Mena, fundador de Data Crítica.
Cada elección, empresas ya consolidadas y nuevas en el mercado buscan adecuar su recolección de datos. Sin embargo, siempre hay imponderables y nuevos factores de error, como reconocen los propios encuestadores tanto en México como en otros países. Entre ellos, incluso elementos como el de que aumente el porcentaje de personas que se nieguen a responder a encuestas, o que decidan su voto de último momento.
En las elecciones presidenciales de 2012, hubo señalamientos contra las encuestadoras, que pronosticaban una holgada ventaja Enrique Peña Nieto, aunque los resultados oficiales del INE mostraron que la diferencia entre el priista y Andrés Manuel López Obrador fue de apenas 5.59%.
Uno de los casos más sonados fue el de Grupo Milenio, que encargó la encuesta a GEA-ISA. Ellos reconocieron que habían sobreestimado el porcentaje con el que ganaría la elección Peña Nieto, aunque también hubo otras empresas que tuvieron cifras distantes de los resultados finales.
¿Qué se debe conocer de las encuestas?
Gibrán y otros especialistas coinciden en señalar que, más allá de qué tan cercanos sean los resultados finales que muestran las encuestas, deben prevalecer los elementos de la transparencia y el rigor.
Que en la publicación de cada encuesta estén a la vista, por ejemplo, datos como el tamaño de la muestra, las fechas de levantamiento, qué pregunta en específico se hizo a la gente, y el margen de error. Normalmente, este número se encuentra en letras pequeñas, acompañado de los signos +/-.
En el caso de la encuesta de El Financiero para candidatos de Nuevo León, el margen de error es de +/- 3.1%, lo cual es mayor a la diferencia entre los dos candidatos, que es de 2%, lo que indica que no hay una clara ventaja entre ambos aspirantes, al menos en este estudio.
Malas prácticas y consejos para leer encuestas
Heidi Osuna, directora de la agencia de encuestas electorales Enkoll, señala que las encuestas que se realizan por medio de robots o sistemas automatizados son las que presentan las mayores deficiencias, porque ese sistema no permite conocer ni comprobar la identidad del o la posible votante.
“No sabes ni el género de la persona que te está contestando, no sabes la edad, ni siquiera si esa persona vota en esa vivienda. Ese tipo de encuestas tienden a sobreestimar a clases altas, a niveles urbanos, y tienden a subestimar las zonas rurales, es prácticamente imposible que lleguen a partes rurales”, comenta.
Por su parte, Javier Márquez critica las prácticas de algunas encuestadoras que utilizan bases de datos con números de teléfonos que fueron obtenidos de bancos o suscripciones a revistas, lo cual implica un sesgo, dado que representan solamente a cierto tipo de población.
“La gran mayoría de las encuestas telefónicas no nos dicen cuál es su banco de teléfonos de datos y cómo generaron la muestra, y los ajustes que tienen que hacer”, lamenta.
Desde su punto de vista, una mejor aproximación son las encuestas telefónicas realizadas correctamente y las que se hacen casa por casa, dado que brindan un elemento visual similar al de una boleta electoral.
Sobre las supuestas encuestas que se hacen en redes sociales, afirma que si bien es interesante saber qué es lo que piensan las personas en plataformas como Facebook o Instagram, no se debe “tratar de proyectar lo que piensan esos ecosistemas a la población”, y puede ser un tema de propaganda.
“Lo más importante es que la metodología sea detallada, tiene que explicar detalladamente de dónde vino la muestra y el tamaño de muestra también, de ahí lo importante es fijarse que haya aleatoriedad en la selección de la muestra, y que publiquen los rangos de incertidumbre”, refiere Gibrán Mena.
La Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión A.C. (AMAI) recomienda hacerse las siguientes preguntas, al leer encuestas:
- ¿Quién hizo esta encuesta?
- ¿Quién pagó por la encuesta y por qué se hizo?
- ¿Cuánta gente fue entrevistada para esta encuesta?
- ¿Cómo fueron seleccionadas esas personas?
- ¿De qué universo (nación, estado, región, maestros, abogados, etc.) fue seleccionada esta población?
- ¿Cuándo fue hecha la encuesta?
- ¿Fue hecha esta encuesta por teléfono, por correo, o por medio de cupones de suscriptor?
Algunas de estas respuestas, como ya mencionamos, se encuentran en las propias notas metodológicas (siguiendo el ejemplo de El Financiero, estos datos pueden consultarse en la parte de abajo).
Los detalles sobre como quién encargó y pagó la encuesta deben también encontrarse a la postre en los reportes del INE –para elecciones federales– y de los Organismos Públicos Locales (OPLE) –en elecciones locales–.
Un consejo adicional que da el investigador Castro Cornejo, en su guía, es observar ejercicios que promedian los resultados de distintas encuestas, ya que de esa forma se puede reducir el “ruido” de estudios que sean muy discordantes en sus estimaciones, sobre la intención del voto.
El diario El País, por ejemplo, publicó que Samuel García tiene una muy ligera ventaja sobre Adrián de la Garza, de 32.5% frente a un 30.7% haciendo un promedio de los datos de las encuestas encargadas por El Heraldo, El Financiero, ABC, El Horizonte, El Norte, y las ejecutadas por Arias, C&E, Enkoll, Massive Caller, Demoscopia Digital y México Elige.
Actualmente, las encuestas electorales están reguladas por el INE, por lo que quienes las publiquen deben entregar al Secretario Ejecutivo del INE y los OPLE el estudio completo que respalda sus resultados.
“El objetivo de la regulación mexicana en materia de encuestas es que quienes ordenen o publiquen encuestas y sondeos de opinión detallen su metodología sobre aspectos tales como tamaño de muestra, nivel de confianza, margen de error y tratamiento de no-respuestas, además de las fechas de levantamiento, el fraseo de las preguntas cuyos resultados se publiquen, y a partir de 2012, la entrega de la base de datos con las variables publicadas”, explica el Instituto en su página web.
Fuente: www.animalpolitico.com